A partir del gran desplazamiento ocurrido en las últimas décadas desde el campo a la ciudad, las personas, han perdido su lado natural para trabajar con máquinas y dispositivos electrónicos.
Después de miles de años de estar en contacto con la naturaleza pasamos a encerrarnos en fábricas, oficinas y en nuestras casas. Este último, agravado por el confinamiento después del inicio de la pandemia Covid-19
No solo cambiamos nuestro estilo de vida, también nuestra alimentación ha empeorado debido al consumo de comida rápida y alimentos procesados. Además, las alternativas de alimentación saludable como frutas y verduras vienen con una gran carga de agroquímicos que se utilizan para permitir su producción en masa.
Mala alimentación:
Nuestros ancestros más antiguos e inclusive nuestros abuelos consideraban la preparación de los alimentos un ritual. Cocinar les tomaba horas de trabajo y casi siempre una persona se especializaba en la tarea. Actualmente, uno puede retirar un menú completo en 5 minutos sin bajarse del auto, o puede venir un repartidor de aplicaciones de delivery en menos de media hora. Esta situación nos dice que hemos perdido contacto con el proceso culinario de la alimentación y que, cuanto más estandarizada es la preparación de nuestra comida menos beneficiosa lo es para nuestra salud.
Una comida igual a meses de preparación:
Recuerdo a mi bisabuela cocinar, a ella preparar una sola comida le tomaba meses.
¿Cómo es esto posible?
Para comenzar primero plantaba una semilla en su huerto ubicado en el fondo de la casa. Durante meses regaba la planta, abonaba la tierra, le quitaba los insectos y hojas secas. El proceso nunca terminaba, siempre había algo nuevo por plantar y cuidar según la estación del año.
Después de la cosecha, algunos alimentos como el maíz se almacenaban para consumo propio y para alimentar también a los animales.
Cuando ella cocinaba se tomaba su tiempo, a veces preparar una comida podía durar una mañana completa. Ni hablar de la hora de comer, esta parte podía durar también horas y era un punto para compartir las vivencias del día como así también para fortalecer nuestros vínculos.
¿Se pueden recuperar estas costumbres?
A pesar de que nuestro estilo de vida pudo verse modificado drásticamente es posible volver a producir nuestros propios alimentos y adoptar hábitos de consumo más responsables.
La solución está en la huerta urbana
¿Qué es la huerta urbana?
La huerta urbana consiste en emplear técnicas alternativas para producir alimentos aprovechando espacios que en un principio no fueron pensados para el cultivo. Estos lugares pueden ser patios pequeños, terrazas e inclusive un galpón sin acceso a la luz solar.
Cada situación antes mencionada se puede adaptar según sus posibilidades:
· En caso de pequeños patios se pueden emplear estructuras verticales y aprovechar el espacio aéreo del lugar
· Para galpones o lugares con poca luz se pueden utilizar lámparas de cultivo interior
· Para terrazas y techos se pueden aplicar cultivos hidropónicos
No hay excusas para no tener una huerta urbana, con muy poco y materiales reciclados podemos iniciar nuestro propio cultivo.
¿Qué beneficios trae una huerta urbana?
Dedicarle tiempo a un huerto urbano es muy bueno para nuestra salud física y mental.
Consumir los productos de nuestras cosechas comprende un ahorro económico en el ticket del supermercado y también, es bueno para cuidar nuestra alimentación.
Un huerto urbano aporta más espacios verdes a las ciudades y puede reducir el calor en tu hogar.
Por último:
Un huerto urbano te llevará a cocinar más en tu hogar, esto es bueno para reforzar vínculos familiares y de amistad.
Si tenes ganas de gestionar tu propio huerto urbano te recomendamos un de nuestros cursos más completos en la tematica:
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